Noviembre es un mes que pide caminar suave y atender como nunca lo minúsculo, que es donde va a suceder todo. Sólo hace falta agacharse en mitad del camino, guardar tierra en las manos y sentir el calor de la vida haciéndose. Si no nos detenemos, si no permanecemos (permanecer es importante), se resuelve en nuestras palabras como un mes triste, oscuro, odiado incluso. Qué nos pasa cuando sólo ansiamos la algarabía y la luz. Noviembre nos sumerge en las largas noches, en la luminosa oscuridad que procede de dentro, vida que se esta haciendo como en la tierra que llevamos en las manos, la tierra que somos. Noviembre nos regala a nosotros mismos.
En Talleres islados nos gusta el refugio de Ciuret, rodeado de bosques que se van enrojeciendo primero y desnundándose (dándose) después. Allí, en esa casa que guarda siglos de memorias, escuchamos historias de mujeres y hombres que han escrito, que han viajado, que han leído y que saben cosas que queremos saber. Queremos ver el mundo con sus ojos y les invitamos a compartirlo con el grupo que la casa convertirá en familia durante un fin de semana.
Os esperamos en Cal Pubill de Ciuret donde ofrecemos cuatro posibilidades, cuatro miradas, cuatro viajes. Y no dudéis que noviembre guarda también la posibilidad de la risa alrededor de una mesa. Y que la risa, como la tierra, hace vida.
Toda la información en nuestra web: www.talleresislados.com
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